Navas de Tolosa
1- Antiguo gravado de J. Scott (S. XIX) de las ruinas del Castillo de Navas de Tolosa
El verano de 1212 las huestes capitaneadas por el rey Alfonso VIII de Castilla consiguen una de las más resonantes victorias de la Edad Media. Sus consecuencias son trascendentales en la historia de al-Andalus: significó la apertura del valle del Guadalquivir a las tropas cristianas.
“Fracaso desastroso, derrota sin precedentes, causa de la ruina de al-Andalus”. Las fuentes musulmanas no tienen más remedio que recordar el topónimo al-Ikab como el escenario de uno de los más importantes descalabros padecidos por sus armas.
Todo empezó hacia el año 1210, cuando castellanos y musulmanes daban por concluidas las treguas y se lanzaban, de nuevo y con ardor, a la actividad bélica. Alfonso VIII consentía en que se redoblaran los ataques contra la frontera jiennense en 1209. Ante esa situación, el califa almohade Abu Abd Allah al-Nasir decidió replicar de forma contundente: convocó a la Guerra Santa.
Castilla contribuyó a la empresa con la totalidad de sus recursos humanos y económicos. De camino al campo de batalla, las huestes cristianas se apoderan de la fortaleza de Guadalerzas, el 24 de junio, y de Calatrava el 1 de julio. El viernes 13 de julio, cristianos y musulmanes quedaron frente a frente en esta parte de Sierra Morena. Los primeros instalados en la Mesa del Rey miraban al sur, los segundos en Santa Elena, al norte.
Ataque
Iniciaron el ataque las vanguardias cristianas con una marcha cuesta arriba, seguidas de la segunda línea de Aragón y Castilla. La embestida fue recibida con fuerte resistencia por los voluntarios de la vanguardia musulmana y los combatientes árabes, a pesar, según cuenta Rawd al-Qirtas, de la deserción en masa de los contingentes andaluces, descontentos con al-Nasir.
Al observar cómo el desconcierto cundía entre los suyos, Alfonso VIII, que se mantenía atento al desarrollo del combate capitaneando la retaguardia, decidió entrar en acción. La llegada de las reservas determinó el resultado de la batalla: el ejército musulmán cedió ante el cruzado. El ejército musulmán fue perseguido y diezmado por los destacamentos de caballeros.